diciembre 04, 2013

Carta 3




Juro que te lloraré,
amargamente y hasta ahogarme en cada lagrima

Juro que te lloraré
hasta que mis lagrimales se sequen
y hasta que mis ojos queden como desiertos
vacíos, vacíos y secos



Juro que te lloraré
con cada recuerdo, con cada caricia,
con cada reflejo
de tu voz, de tu ausencia

¡Qué ironía la mía al dejarte ir y darte libertad!
Y ahora ahogarme en lágrimas, por tu ausencia.

Juro que te lloraré hasta el cansacio…

Y cuándo me canse de llorar,
juro que te guardaré en una caja de plata,
en un rincón perdido en mi corazón,
y te olvidaré.



Carta 2, Estragos de tu ausencia



Me iré de ti, de mí, de todo.
Lejos, hacia el mar…
Donde siempre quise estar.

Me iré lejos con mi soledad,
y te dejare vivir en paz,
en libertad de mi
en libertad de ti

Buscaré tu calor
en el compás de algunas caderas,
en algunos que otros labios,
hambrientos, carnales…

Me refugiaré en brazos ajenos,
en busca de tu pasión,
del calor de tu cuerpo sobre el mío
y lo disfrutaré, y lo lloraré

Me iré de ti, de mí, de todo
Y aun así lo que más extrañaré será tu amor

noviembre 23, 2013

Carta 1, a tú ausencia

Me duele en el corazón saberte quizá de alguien más.

No hay vuelta atrás,
mis labios ya no son tus labios,
tus caricias ya no son mis caricias,
aquella pasión ya no es nuestra pasión.

Pero me duele en el corazón

Saber que ya no dormiré bajo el cobijo de tus pestañas,
no me despertara el sabor de tus labios,
ni el escozor del recorrido de tus manos hacia mis pechos, hacia mi sexo.
Que tu cuerpo se desvanecerá para siempre del mio.

Bailare aquellos tangos con mi soledad,
vacilare mis fantasias con mis demonios, sin ti
Sin tu amor.

Me duele en el corazón admitir que no soy para ti,
que no nacimos para estar,
que mi ausencia alienta tu felicidad.

Pero aún así,
Me duele en el corazón imaginarte con alguien más.




febrero 05, 2012

Pagando Facturas

Y es hoy, ahora, el momento en el que la vida me pasa factura... De todo lo que he hecho, la penitencia de los pecados cometidos.

No voy a mentir y decir que me arrepiento, pues eso no es verdad. Sin embargo sabía que este momento llegaría, que mi pasado seria motivo de incertidumbre, de confusión.
Y puedo soportar mucho, tus dudas, el tiempo que te lleve asimilar, pero no podría soportar perderte.

No me arrepiento de mi pasado, he vivido, he sentido, he hecho y deshecho a mi manera. He probado y repudiado, así como he repetido.
No puedo jurarte que no volveré a hacer muchas cosas. Pero puedo asegurarte que desde que apareciste en mi vida la has cambiado, para bien.

Muchas de esas cosas, las hacía por que me sentía vacia, esas cosas me llenaban. No soy buena persona, eso lo sé y no lo discuto, pero tú has devuelto la vida, las esperanzas, las ganas de amar, de entregarme por completo.

Hay una frase que aplica para mi:
"Amar es dar el poder para destruirme, y confiar que no lo harán."
Te he dado ese poder, pero también me has concedido la ilusión, tu amor.
No puedo jurarte que no he de errar, pero puedo jurarte que te amaré hasta el último aliento de mi alma, puedo jurarte que desde que llegaste todo lo malo se disipó. Y no permiitiré que vuelva jamás.

Este amor que siento por ti es más grande que yo, más grande que los dos juntos haciendo el amor. Y es tan fuerte y tan sincero que duele, pero duele rico.

Has satisfecho mis ganas de pecar, eres ese hombre que me hace reir y sonreir. Ese que hizo callar mi boca cuando decia que jamás habria de querer compartir mi vida con alguien.
Eres, simplemente ese que domo a la bestia y la convirtio en una frágil mujer. Ese que me embriaga con su simple mirada. Ese que me besa como nadie jamás lo había hecho,y juro que te beso como a nadie más besaré en mi vida. Has llegado a dónde jamás nadie conmigo, ta has convertido en mi perdición. Contigo estoy dispuesta a compartir todo.

Tus palabras de amor me hacen llorar, para que negarlo. Alguna vez en mis letras intimas, escribí que jamás había llorado por felicidad. Hoy dichosamente digo que tu me haces inmensamente feliz y mis lagrimas lo demuestran.

Soy cursi, lo sé. Pero esa cursileria hoy me da fuerzas para defender esta relación, este amor que hemos decidido aceptar.

Esas 5 letras conforman un significado muy profundo, tan profundo como lo que sentimos ambos.
Simplemente gracias por devolverme la vida, por ser tu mujer, por hacerme feliz.





Puedo jurarte, con la mirada fija en tus ojos, que TE AMO hoy, ahora y hasta que la vida me lo permita.

octubre 20, 2011

Las damas primero


Hace algunos años ya, chismoseando (sí, chismoseando) en la oficina del que era mi jefe, encontre un periòdico viejo justo en el apartado de "Editorial", ahí encontre este texto. Recuerdo que ese día me enamore por completo de estas letras. Al grado de tomar prestado el periódico (tomar prestado eh, porque lo devolví después) y sacarle como mil copias en el intento de sacar al menos una copia buena y legible. Ya saben, típico de alguien que apenas aprendía a utilizar fotocopiadoras...
En fin, el punto es que hace unos días cuando lo encontre y lo trancribí a mi portatil, no me agrado mucho el excesivo elogio a la mujer, pero el texto sigue conservando la escencia que me enamoró. A falta de saber que dejarles en el blog, les dejo este texto encontado en El diario de Yucatán fecha la cuál no recuerdo.

"Las Damas Primero"
Manuel J. Tejeda Loria

            Sobra fortuna porque la mujer está con nosotros. Y tanto sus ojos como sus labios (su cintura debo decir, la sutil manera con que atraviesan el aire, también) son parte ya de nuestros escenarios. Que rápidas van las horas cuando presentes están y sus cabellos vuelan por doquier imitando al bíblico diluvio. Nada haré por salvarme si sus labios son una tempestad que amenazan con ahogarme.
            Decir mujer es enturbiar los mares, es invocar a la tormenta, al huracán de los elogios. Porque son origen y continuidad, porque alguna vez hogar, mi patria lleva los senos más hermosos, el abrazo más cautivo y una sonrisa que apacigua cualquier abrojo. Después de todo, una mujer es un hermoso verbo en infinitivo, una acción crepuscular, es comienzo pero también un fin.
            Más de la mitad del mundo está poblado por mujeres, el 51% para ser exactos, apenas un uno por ciento celestial. Sería un infierno si las cifras se vieran alteradas, pues eso del machismo es cosa grave. El machista no distingue género, aunque indiscutiblemente ellas se han llevado la peor parte. Y a pesar de que el machismo está en franca decadencia todavía pueden verse vestigios, someros indicios de esta socarrona actitud que habla de profundas inseguridades que del fatuo poder que se intenta demostrar.
            El poder de la mujer es un poder innato, propio y sin fines de lucro. Ellas mueven el mundo muy a pesar de los simiescos caballeros quienes ahora no tienen de otra que enredar la cola entre las patas pues son ellas, las mujeres, las que mantienen con tesón el timón del hogar. No digamos “las que llevan los pantalones de la casa” que resulta un símbolo tan machista como perverso.
            Es cierto que la belleza habita en unos ojos cautivos, en cualquier resplandeciente cabellera o en la tersa superficie de una cadera donde bien se podría vivir más de una eternidad. Pero sólo es algo. La hermosura de una mujer no se vería culminada de no ser por esa constante actividad en que se ve envuelta de manera cotidiana, ahora incluso ocupando -por una fortuna- espacios antes exclusivos para los hombres.
            Mujeres policías, mujeres en la política, mujeres chofereando un autobús, mujeres encabezando escuelas, instituciones, empresas; mujeres novelistas (cada vez más y con mejor propuesta literaria que los autores hombres); mujeres en la radio y en la tele, mujeres narcotraficantes, mujeres astronautas, mujeres deportistas (en más deportes cada vez); y estoy casi seguro, que dios de existir tendría que ser mujer.
            Todos y todas, hasta las mismas mujeres, aman alguna vez en su vida, a una mujer. No es para menos. Es una ley natural eso de amarlas, quererlas y consentirlas. A pesar del complicado laberinto que hay entre ellas, es un placer perderse y nunca volver a encontrar salida. Vale la pena morirse una y mil veces de amor por ellas, vale la pena poner de cabeza al mundo si de dibujarles una sonrisa se trata. Después de todo, parafraseando a Borges, estar con ellas o no estar con ellas es la medida de nuestro tiempo. Una mujer –que alguien se atreva a negarlo- nos duele en todo el cuerpo.
Diario de Yucatán